
El Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y jesuita en la historia de la Iglesia Católica, falleció este lunes 21 de abril a las 7:35 a.m. (hora local) en la Casa Santa Marta del Vaticano, a los 88 años. La noticia fue confirmada por el cardenal Kevin Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, quien en un comunicado oficial expresó: “A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre”. Apenas un día antes, el Papa había realizado su última aparición pública, ofreciendo la tradicional bendición Urbi et Orbi desde el balcón de la Basílica de San Pedro, en la celebración de Pascua.
Con su muerte, se activa el protocolo internacional del Vaticano, que inicia un periodo conocido como la "Sede Vacante", donde el Colegio de Cardenales asume la administración temporal de la Santa Sede, hasta que se elija a su sucesor en un cónclave. Este es un proceso cargado de solemnidad, rituales estrictos y una serie de prácticas protocolarias que marcan el fin de un pontificado y el inicio de una nueva era.
La "Sede Vacante" es un periodo esencial en el protocolo vaticano que comienza tras la muerte o renuncia de un Papa. Durante este tiempo, el Camarlengo asume el control temporal del Vaticano y es responsable de la confirmación oficial del deceso, que se realiza pronunciando tres veces el nombre de bautismo del Papa fallecido: “Jorge Mario Bergoglio”. Si no hay respuesta, se procede a la declaración formal de la muerte con la frase: “Vere Papa mortuus est” (Verdaderamente, el Papa ha muerto). Tras esta ceremonia, el Anillo del Pescador, símbolo de la autoridad papal, es destruido para evitar su uso indebido.
En este caso, el cardenal Kevin Farrell, Camarlengo del Vaticano, será el responsable de liderar el proceso de "Sede Vacante", que incluye la organización de los ritos funerarios y la custodia de la residencia papal. La figura del Camarlengo, quien también tiene la misión de organizar el cónclave, es crucial en este período de transición.
Siguiendo sus deseos expresos, el funeral de Francisco será caracterizado por la sencillez y la devoción. No se expondrá su cuerpo en un catafalco elevado, como era la tradición, ni se embalsamará. En cambio, el Papa será enterrado en un ataúd de madera recubierto de zinc, una medida que refleja su vida de humildad. Francisco, que en vida promovió una reforma de la Iglesia y acercó a la institución a los más necesitados, también pidió ser sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma, un lugar de especial devoción para él por su vinculación con la Virgen Salus Populi Romani.
El funeral se celebrará en la Basílica de San Pedro, con una misa exequial que estará marcada por la austeridad que Francisco tanto valoraba. En línea con sus convicciones, se dará fin a una era de grandes ceremonias tradicionales papales para dar paso a una despedida más íntima y de gran significación espiritual.
Tras el funeral, el cónclave será convocado para elegir al nuevo Papa. Este proceso será uno de los más internacionales de la historia, con la participación de 138 cardenales electores de 71 países. Aunque la tradición indica que el cónclave se inicia entre 15 y 20 días después del fallecimiento del Papa, podría adelantarse si todos los cardenales electores se encuentran presentes en Roma.
El cónclave se celebrará en la Capilla Sixtina del Vaticano, donde los cardenales estarán aislados del mundo exterior, con estrictas medidas de seguridad y vigilancia. El proceso de votación es secreto y se realiza hasta alcanzar una mayoría de dos tercios para elegir al sucesor de Francisco. Si después de varias votaciones no se alcanza esta mayoría, el número de candidatos se reducirá a los dos más votados, y se procederá a una segunda ronda de elecciones.
El nuevo Papa será anunciado al mundo con la tradicional "fumata blanca", el humo blanco que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina, seguido por la proclamación de "Habemus Papam" desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
La muerte de Francisco pone fin a un papado que se caracterizó por la cercanía con los más necesitados, la reforma interna de la Iglesia y su posición crítica sobre cuestiones sociales y ambientales. Durante sus 12 años de pontificado, el Papa argentino promovió un mensaje de paz, solidaridad y unidad, tanto dentro de la Iglesia como en el contexto global.
Francisco también fue un defensor incansable del diálogo interreligioso, y su enfoque inclusivo le permitió ganarse el respeto de líderes de diferentes credos y tradiciones. Su vida y su legado quedarán marcados por su dedicación a los más pobres y su firme postura frente a los problemas globales, desde el cambio climático hasta los conflictos internacionales.
La muerte del Papa Francisco marca el final de un capítulo fundamental en la historia de la Iglesia Católica. Su legado perdurará en la memoria de millones de fieles alrededor del mundo, que lo recordarán no solo como un líder religioso, sino también como un hombre que dedicó su vida a la humanidad. Ahora, con el inicio de la "Sede Vacante", el Vaticano se prepara para elegir a un nuevo líder que continúe con la misión que Francisco comenzó y que se enfrenta a un mundo cada vez más complejo y desafiante.